viernes, 28 de julio de 2023

CONOCER EL ORIGEN DE LAS EMOCIONES Y CÓMO GOBERNARLAS

 

La vida humana suele estar mediada por reglas de interacción, crecemos en un mundo en el que existen etapas socialmente aceptadas que determinan los comportamientos en función de nuestro sexo, edad, género, estrato social, entre otras muchas áreas y variables. Aprendemos a comportarnos de maneras adaptativas que cambian para cada persona.

Entonces nos enfrentamos a un reto que poco a poco se hace más visible, uno del que depende nuestra salud mental y física, nuestra adaptación a nuestro propio entorno, y como producto de ello nacen las emociones, y sí, tenemos tantas emociones como instantes en nuestra vida pues estas surgen de la interacción bioquímica de nuestro cerebro frente una situación particular interpretada en función de lo aprendido, aquel “manual social” de lo que debería o no ser, hacer y en muchas ocasiones parecer.

El origen de las emociones se remonta a áreas evolutivas primarias, a punto de residir en lo que algunos autores llamarían el cerebro reptiliano o primitivo, la amígdala. Esta es la zona del cerebro encargada de los instintos básicos, aquellos que nos han llevado a sobrevivir como individuos y como especie. Por eso es natural que reconozcamos cinco emociones básicas como el miedo, la ira, el asco, la tristeza y la alegría.

El miedo nos pone en estado de híper alerta, nuestro cuerpo se estremece y hay una activación muscular que se ve en pequeños temblores, nuestra sangre se desplaza hacia los músculos para emprender acciones de supervivencia (correr, por ejemplo). La ira, aunque muy parecida tiene un componente más racional del sentido de justicia que ha sido creado a lo largo de nuestras vidas, por eso la sangre en vez de correr hacia nuestro sistema muscular se concentra en la cabeza y tenemos ese enrojecimiento propio de esta emoción, usualmente despierta un instinto agresivo que busca restablecer la balanza de ese “sentido de justicia” que ha perdido el equilibrio.

Por otro lado, encontramos el asco, que nos alerta de elementos biológicos o químicos que pueden dañarnos, nuestra reacción natural es la evitación o la huida frente a estos estímulos. En otras palabras, cuando un alimento huele mal, nuestro cerebro identifica que no es apto para el consumo y sentimos, asco; esto pasa con otro sin fin de olores e imágenes, generalmente hablando, que nos alertan sobre un peligro inminente a nuestra integridad.

Y finalmente hablaremos de la alegría y la tristeza, dos emociones básicas que producen placer, en el caso de la alegría o dolor psíquico en el caso de la tristeza. Dichas emociones están asociadas directamente con aquello “beneficioso” para nosotros, por ejemplo, al comer o al movernos generamos dos sustancias (dopamina y serotonina) asociadas al bienestar o el placer, según como se quiera entender, y le hemos llamado a esto alegría. Algo similar sucede cuando realizamos actividades de ocio (juegos, conversaciones, deportes, etc.) o cumplimos metas. En contraposición encontramos a la tristeza que está caracterizada por bajos niveles de dopamina y serotonina al mismo tiempo que un alto nivel de cortisol, el neuro trasmisor del estrés, y tenemos sensación de presión en el pecho, baja energía y en ocasiones nos lleva al llanto.

A medida que hemos evolucionado, estas emociones se han mezclado en distintas proporciones produciendo una amalgama de emociones, que para ser gráficos podríamos asimilar como la amalgama de colores. Sin embargo, reconocerlas se ha convertido en todo un reto, pues en el mundo actual estamos sometidos a millones de estímulos en muy corto tiempo, pues la virtualidad nos lleva a un fenómeno que se estudia actualmente conocido como la sobre estimulación sensorial. Vivimos en un mundo que poco a poco nos da menos tiempo para procesar este mundo de emociones al que nos expone y por eso se hace necesario hablar sobre el gobierno de las emociones.

Pues retomando las bases expuestas al principio de este texto, las emociones influyen por completo en nuestro actuar, nos comunicamos con base en ellas, recordamos con base en ellas, y hacemos las cosas también con estas emociones que en ocasiones podemos o no controlar, por eso hemos creado 5 pasos para ser más conscientes de ellas y mejorara nuestra salud mental, física y social.

1.       Identifica los hechos de manera objetiva. Solemos realizar atribuciones del por qué sucede algo como juicios a priori (antes de), esto actúa en nuestras emociones y suele causarnos ira, tristeza o alegría una frase típica para ello es “me ilusioné”, analiza detenidamente las cosas y permite que tu cerebro procese la situación más profundamente.

2.       Reconoce la emoción básica que te invade en el momento, para ello puedes usar esta herramienta que se usa en el entrenamiento psicológico para el reconocimiento de emociones.
 
Recuperado de: https://www.albarbero.com/2021/07/la-rueda-de-las-emociones.html

La forma correcta de usarla es identificar el círculo más externo la emoción que mejor describa tu estado e ir mirando más hacia el centro cual es la emoción básica. Un ejemplo puede ser “inseguro” lo ubicamos en los colores rosa, justo hacia el centro encontramos “amenazado” y hacia el centro encontramos la emoción base que para este ejemplo sería la ira. El reconocer esta base te da la herramienta para predecir tu forma de actuar y anticiparte a tu respuesta, lo que nos lleva a la siguiente recomendación.

3.       Comunica tu emoción. Solemos pensar que hablar de nuestras emociones nos hace “vulnerables” aun así, sí tu emoción interfiere en tu actuar de manera poco favorable o asertiva, comunicar puede llevar a las demás personas a empatizar sobre la reacción que estas teniendo frente a lo sucedido y darte una oportunidad de actuar de una manera diferente o más congruente con lo que realmente quisieras. El ejemplo más común suele ser cuando somos presa del enojo y resultamos diciendo cosas de las que después nos arrepentimos y que en ocasiones pueden marcar un acto trascendental en tu vida o la de los demás, especialmente tus seres queridos.

4.       Cuida tu dialogo interno. Nuestras emociones de segundo y tercer nivel suelen estar guiadas por nuestros esquemas aprendidos, en estos casos es común sentir aquella “voz subconsciente” que nos dicta como deberíamos o no sentirnos y actuar. Hasta aquí no suena tan grave, pero cuando esta “voz” aumenta tu ira o tristeza, justifica tus actos de violencia en cualquiera de sus presentaciones (verbal, física, económica, etc.) suele convertirse en un problema que puede resultar dañándote a ti o a los demás.

5.       Pedir ayuda nunca está de más. Es por eso que solemos comunicar sucesos cargados de emociones con nuestros amigos y familiares. Nunca está de más decir que a veces esto puede ser una trampa, pues buscamos comunicarlos con personas que validen nuestras acciones y por tanto nuestras emociones que a veces resultan ser dañinas; en estos casos lo más indicado es consultar con un profesional de la salud mental, hacerlo a tiempo te podría evitar padecimientos más graves como trastornos emocionales y/o socio afectivos como el apego patológico, depresión o ansiedad.

Recuerda que en KALAMO promovemos la transformación social con amor y siempre estamos dispuestos a ayudarte con esos retos que día a día la vida nos presenta. Por ello, no solo tenemos espacios como este blog o los live de Instagram que semana a semana puedes ver; también tenemos asesorías personalizadas, espacios terapéuticos y campamentos que te ayudaran a conocer y controlar tus emociones.

“El que conoce a los hombres es sabio; / el que se conoce a sí mismo está iluminado. / El que vence a los otros es fuerte; / el que se vence a sí mismo es poderoso. / El que se contenta con lo que tiene es rico; / el que obra con determinación tiene voluntad. / El que es capaz de mantener su posición resistirá mucho tiempo; el que es capaz de mantener su influencia vivirá después de su muerte”

Lao-Tsé



JUAN DAVID QUIÑONES

PSICÓLOGO 

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